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viernes, 6 de marzo de 2015

TRAICIÓN (Tercera parte)

Apenas había podido conciliar el sueño un par de horas. Sin poder escapar de ellas, las palabras que escuchó de manera fortuita en aquella conversación clandestina, resonaban en su cabeza atravesándole las sienes. Ilusa, había llegado a creer que todo había sido fruto de un mal sueño cuando sus ojos se habían abierto en mitad de la oscuridad del cuarto. Sin embargo, el dolor opresivo que sentía desgarrándole por dentro, le confirmaban que todo había sido real.

Real. Así le habían parecido todas esas semanas los paseos junto a la ribera del río, tomada de su brazo. Las confidencias en la intimidad de la noche en el jardín, o los besos intercambiados mientras planeaba un futuro a su lado. Todo había sido una gran patraña magníficamente orquestada por Raimundo para hacerla caer de nuevo en sus redes.

El hombre que más amaba en su vida, había jugado con sus sentimientos. Se sentía herida y derrotada, más… no podía dejar de amarle. Pese a todo.

Trató de escapar de la prisión que le suponía ahora su mano, recostada plácidamente sobre su vientre. Tendría que calmarse y poner orden en sus ideas antes de poder enfrentarse a él. Si es que podía hacerlo… Temía caer rendida a sus pies si sus dedos osaban rozar su piel. Si sus labios, cálidos y tentadores atrapaban entre ellos la piel de su cuello. No podría resistirse a Raimundo por más que quisiera.

Apartó las sábanas en cuanto pudo desprenderse de su toque dormido. Quedando sentada en la cama, tratando de encontrar las fuerzas que necesitaba para poder ponerse en pie. No había furia en su interior. Ni siquiera rabia. Tan solo una profunda congoja que se abría paso cada vez con más virulencia, ahondando en el vacío que reinaba en su interior.

Dejó caer la cabeza lentamente hacia adelante mientras apoyaba sus manos sobre la cama. El cabello ocultó su rostro mientras silenciosas lágrimas surcaban sus mejillas. ¿Qué sería de ella a partir de ahora? No tenía ánimos ni energía para venganzas. Tan solo quería desaparecer.

Aferró con fuerza las manos sobre el colchón cuando percibió el tibio aliento de Raimundo sobre su nuca. Cerró los ojos cuando él apartó su cabello con delicadeza y mimó con su boca la desnuda piel de su cuello. Trazando con extrema lentitud un camino ascendente, hasta atrapar entre sus dientes el lóbulo de su oreja. Mordisqueándolo con dulzura.

- ¿Despierta, Señora Ulloa? -. Murmuró con voz ronca y profunda.

Señora Ulloa. Sonaría a música celestial si no encerraran tanta mentira. Tanta falsedad… No le respondió con palabras. Había tomado una decisión que cambiaría el rumbo de su vida para siempre. Pero sería mañana… Reposó su cabeza sobre el hombro de Raimundo, dejándose hacer. Él, notó la humedad que empapaba sus mejillas.

- ¿Qué tienes, amor? -.

Quiso sonreír por encima de las lágrimas, de la pena que era dueña de todo su ser cuando le pareció percibir un tinte de preocupación en su voz. Pero no debía dejarse engañar más. No podía permitir que sus sentimientos acallaran la cruda y triste realidad. Se volvió hacia él, fijando su mirada en la profundidad de sus ojos castaños.

- Que te amo… -. Musitó.

Porque esa, sí era su verdad.

La sonrisa que se dibujó en los labios de Raimundo se perdió cuando sus bocas se fundieron en lentos y suaves roces, mientras se dejaba caer con lentitud sobre el catre, arrastrándole con ella. Vibró con cada beso, con cada caricia que Raimundo prodigaba en cada centímetro de su cuerpo. Más ella, no se quedó atrás, deslizando sus manos en suaves y pausados roces a lo largo de su columna.

Se abrazó a su cuerpo cuando la unión fue completa. Cuando el placer la embargó hasta casi hacerle perder la consciencia. Y tembló cuando sintió que se convirtieron en un solo ser.

Al fin, descansó en su pecho, aspirando su aroma. Forjando una única idea en su mente.

2 comentarios:

  1. ¡¡Joder!! como me deja Francisca con su corazón desgarrado y enamorado a partes iguales.
    Anhelo la continuación para darle la O que tanta falta le hace para espabilar al Ulloa
    ¡Gracias Ruthy!

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    1. ¡De nada! Me alegro mucho que te guste. Francisca está enamorada y su situación es complicada. A ver cómo lo resuelve!

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